jueves, marzo 29, 2007

THE DARK SIDE OF THE MOON o la noche en que el tiempo se detuvo…Pt. 1


So ya, thought ya might like to go to the show…

Estadio Nacional. Cuatro pantallas aparecían como ventanas a una reflexión personal, una concentración junto a la música y el whisky. Una mano giraba de tanto en tanto la pequeña rueda que sintonizaba a Chuck Berry, Chet Baker, Vera Lynn… hasta que 50 mil incrédulos vimos (al menos desde la cancha) la salida de Waters en las infinitas ventanas. Al principio pensé, o más bien tuve un inmediato flashback hacia la primera vez que vi el In the flesh tour en dvd. Pero no, esta vez sería distinto… Levanté la cabeza, y ahí estaba sucediendo todo, frente a nosotros… aun no ponderábamos que era el comienzo.

No sé ustedes, pero cuando has sido un fanático enfermizo de Pink Floyd por tanto tiempo, ese primer momento, cuando corren los últimos dígitos del cronómetro cerebral, cuando explota la primera nota de In the Flesh, algo sucede. Y por cierto, algo sucedió… comenzaba el concierto, y la luna (su lado claro entonces) se detuvo sobre nosotros. El tiempo había dejado de correr y todo aquello que podía haber turbado tu núcleo más sumergido se alineó.

¿Quien tuvo aliento con Mother?

Set the Controls for the Heart of the Sun…

Psicodelia en su estado más puro y natural. Syd Barret estaba entre nosotros. No en un sentido divino, pero sí caleidoscópico. Es que no puedes hacer nada más cuando tienes alrededor de tu cabeza docenas de parlantes saturando tus neuronas de estímulos tan armónicos como divergentes.
Luego vino Shine on you crazy diamond. El homenaje a la genialidad disfrazada de locura, ¿o seremos nosotros portadores de la estupidez disfrazada de inteligencia? ¡Vaya eufemismo! El himno no pudo haber estado más acorde con la ceremonia. “Brilla desquiciado diamante” le cantamos todos a Syd, al mártir que reveló el secreto muy pronto, muy antes de su tiempo y que lo llevó a cantarle a la Luna.
En nuestra enajenada tierra, nada dejó pendiente. Vayan nuestros cantos a su espíritu que preso estuvo por más de treinta años en la humana nave que dejó hace un bienio atrás.

Have a Cigar, notablemente poderosa, y Wish you were here… pff! ¿Es preciso decir algo? Wish you were here nos mando de un zapatazo en el trasero al cuarto cósmico de nuestras existencias. “Ojalá estuvieras aquí”… Ojala quién estuviera aquí?… Esta canción - a pesar del romántico sentido que pudiera tener, y que el mercado ha convertido en un himno cliché – no anhela el regreso de un amor perdido, ni es un corazón perturbado intentando volver al redil… es una llamada íntima a nosotros mismos, son cinco minutos de introspección, un diálogo sin sentido entre quien realmente somos y las máscaras adormecidas con las cuales nos conducimos entre los mortales.

Boom boom, bang bang, lie down you’re dead…

Southampton Dock, The Fletcher Memorial Home, Leaving Beirut, Perfect Sense I y II, y Sheep… prueban que la protesta puede ser llevada a cabo refinadamente.
Veamos: la pérdida en la guerra; la estúpida y patente ignorancia de la política; empatía?; simpatía?, anarquía y agonía. Todo eso, y ciertamente mucho más, nos mostró Waters. Leaving Beirut fue magistral. Una novela gráfica en el fondo nos contaba la experiencia de amabilidad y entrega de aquel cojo en el Líbano. Nosotros, gritábamos en un coro desgarrado las imprecaciones a Blair y al pelota número uno: George.
Con Perfect Sense todo quedó claro. Entonemos nuestro himno global: “Can’t you see
it all makes perfect sense?/ Expressed in dollars and cents,/ pounds, shillings and pence./
Can’t you see it all makes perfect sense?” (¿Ves?, todo tiene sentido/ expresado en dólares y centavos, / libras, chelines y peniques/ ¿Ves? Todo tiene sentido)

¿Avergonzados?

El final de la primera parte del concierto nos mató con Sheep. Nosotros, las ovejas de la canción, las ovejas de la granja de Orwell, el obediente ganado, aterrado por los perros y los cerdos.
Los cerdos, los mismos a los que imprecábamos en canciones antes.
Finalmente, vino la liberación. Y un gigante porcino de hule se fue viajando por los cielos quizás donde.

Los relojes congelados marcaban el descanso, y nosotros nos preparábamos para el encuentro en el lado oscuro de la luna.



Carlos Marin M.

2 Comentarios:

Blogger Pepe Grillo escribió...

genial traspaso de emociones, notable la transcripción de momentos únicos...
desgraciadamente no fui, enterado de ello Roger me dedicó "Wish you were here"...

Buen art
Y
Larga vida a pateandola...

1:34 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Concuerdo con el comentario anterior. Definitivamente logras pasar tu punto de vista y "compartir emociones" en texto. Muy bueno lo de waters.

11:22 p. m.  

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