Diva para todos
La presente es una simple constatación, no es mi ánimo molestar (por molestar) a ninguno de los respetables lectores. Bueno, en realidad es una opinión, y se podría decir que bastante cargada, pero sí tiene bastante de simple observación.
Creo que todo el asunto de “Madonna en Chile” hace rato que ya escapó a lo que puede considerarse una reacción normal por parte de nuestros medios y por parte de la misma “población”. La tele, la radio, las revistas, los diarios, todos han metido y siguen metiendo tanto ruido con el asunto que ya parece que no existe techo que pueda tocar.
Sí, pasa que hablar de Madonna es el tema de moda, porque cumplió 50 años, viene por primera vez y es tan re contra “incomparablemente-genial-e-inigualable-a-la-vez-que-incombustiblemente-deseada-y-admirable” que nadie puede dejar pasar la oportunidad, quedarse fuera del tren y perderse las ventas; pero aún así, dejando de lado esa odiosa costumbre mediática de saturar la existencia con lo que “la lleva” en el momento (también son los tiempos del iPhone) tildarlo del evento músical del año, del lustro o la década es de mal gusto.
Peor aún es que toda esa parafernalia de nuestros medios pseudo informativos se corresponde con un fervor que aparentemente de verás existe entre la gente. O sea, no es que la tele exagere por mostrar avisos del concierto de Madonna con macabra frecuencia, ni por dedicarle segmentos especiales y tiempo dentro de las noticias; es lo que de verdad es contingencia y que la gente quiere ver. Lo mismo con las radios y las columnas e informativos de diarios y revistas. Chile esperaba que viniera su reina, y al parecer fue nombrada como tal porque -también aparentemente- ella sí que sabe de música y estilo. Olvídense de la música con sentido y de los artistas que viven más de las ideas que del vestuario. De los que se preocupan más de tocar con el corazón en las manos que de preparar bailarines y coreografías. El pueblo demanda saber de su diva, y literalmente ¡demanda y clama ante tribunales por su derecho a adquirir una entrada!
Y claro, en respuesta al frenesí desatado por adquerir un ticket al magno evento, a un -por supuesto- magno precio (nuestras entradas son, comparativamente, los más caras del planeta), la productora ha respondido con un segundo concierto. Madonna x 2, en el mismo país al que traer a los Rolling Stones es absurdo por ser un mal negocio (como a tantos más).
La sensación final es que éste es el país del pop de trasnoche. Donde el rock y la música con corazón y pelotas (o carácter, lo que les venga más) sigue caminando al costado del mundo (por ahí ha de andar). En que se valora más el envase que el contenido, y en que todos se suben felices al carro de las pretensiones. Nada nuevo.
Por último, y ya que uno de los más “tremendos” méritos de Madonna es cambiarse de ropa y peinado en cada disco -y esto lo digo con mucho respeto- no sé que tanto le ven a la dama si a estas alturas del partido parece un Iggy Pop travestido. Y ojo que no es por la edad; mejor culpemos a las cirugías y las sobredosis de gimnasio.
Y así con las visitas ilustres. Cada uno con sus gustos, y la intolerancia no es mi juego. Pero claro, cuando los gustos de alguien más aparecen todos los días en todas partes uno puede comprensiblemente llegar a cansarse. Hay que reconocer en todo caso que son los gustos de la mayoría, y que “la mayoría manda”. Algunos escucharán música para llenarse, otros necesitarán un acompañamiento para bailar frente al espejo.